En Oliete, el paisaje agrícola tradicional es un mosaico vivo en el que conviven olivos centenarios, huertas fértiles y árboles frutales. Entre ellos, las higueras -o higoteros- ocupan un lugar especial. Esta combinación de cultivos no es casualidad: responde a prácticas heredadas de generación en generación que han dado forma a la identidad del territorio. Con el paso del tiempo, al asumirlas como algo natural y cotidiano, a menudo olvidamos el porqué de estas asociaciones, diluyendo su verdadero origen.
Ahí radica el valor del saber popular. Nuestros antepasados encontraron respuestas en la observación y la experiencia, transmitiendo a través de la tradición oral conocimientos que han perdurado silenciosamente hasta hoy. Costumbres y prácticas que esconden un profundo entendimiento del medio.
Uno de esos ejemplos lo encontramos en la presencia de las higueras en Oliete. Quien recorra sus senderos y parajes, sobre todo cerca de los cauces de agua, no tardará en descubrir la silueta inconfundible de este árbol. La higuera (Ficus carica), cultivada en la cuenca mediterránea y asentada en la Península Ibérica desde tiempos inmemoriales, se integra de forma natural en la vida del Bajo Aragón Histórico.
Lo que muchos desconocen es la relación que este árbol guarda con los olivos, compañeros inseparables en la configuración del paisaje rural de nuestra querida provincia de Teruel. Una relación que combina utilidad agrícola, sabiduría ancestral y equilibrio natural, y que merece ser contada para seguir cuidando este legado.
Las higueras, un «árbol trampa»
La vinculación entre las higueras y los olivos viene dada por un insecto: la mosca del olivo. Este artrópodo, más pequeño y de un color más claro que la mosca que conocemos, es una de las plagas más comunes en el olivar, atacando principalmente las olivas y llegando a mermar de forma considerable la campaña.
Tal y como explica Víctor Vidal, gestor agrario de Apadrinaunolivo.org, «las higueras funcionan en el olivar como árbol trampa». La higuera produce una savia lechosa que, exudada por madera y hojas, resulta tóxica para numerosos organismos. Esta toxicidad fisiológica es una defensa natural de la planta que no afecta al fruto maduro, pero sirve de control para la mosca del olivo, que habitualmente ronda los higos en busca de alimento. «La higuera atrae a la mosca, que se posa en el árbol y acaba colapsando», explica Víctor.
De ahí que en Oliete encontremos tantas higueras dispersas en el paisaje. Más allá de su valor como árbol frutal, cumplen una función clave como “trampa natural”, ayudando a mantener bajo control a estos insectos, protegiendo así el olivar y la producción de nuestro Aceite de Oliva Virgen Extra.
Receta de aprovechamiento: mermelada de higos
Más allá de su importancia en el ecosistema, los higos han sido siempre un producto de gran gastronómico en Oliete. Desde hace generaciones, los vecinos han sabido sacar partido a estos frutos dulces y jugosos —ya sean higos o higas— elaborando recetas que concentran todo su sabor y permiten disfrutarlos durante más tiempo.
Dos de las elaboraciones más tradicionales, tal y como nos cuenta Pilar, vecina de Oliete, son los higos secos enharinados y, cómo no, la mermelada de higos. Hoy, gracias a ella, os traemos la receta de mermelada que nos ha confiado. ¡Apunta!
Ingredientes:
- 1 kg de higos maduros pelados y cortados
- 250-300 g de azúcar (ajusta al gusto)
Preparación:
- Pela y corta los higos.
- Ponlos a cocer en una olla.
- Calienta a fuego medio-alto hasta que empiece a hervir, reduce el fuego y cocina a fuego suave.
- Añade el azúcar y sigue removiendo.
- Cuando esté completamente cocido y bien integrado, apaga el fuego.
- Si prefieres una textura más homogénea, bate la mezcla con una minipimer.
- Reparte la mermelada en tarros de cristal y ponlos al baño maría.
- Etiqueta y conserva los botes de mermelada en un lugar fresco y oscuro.


¡Listo! Ahora ya conoces una forma sencilla y económica de aprovechar los higos o higas de temporada y poder disfrutarlos durante todo el año.